miércoles, 18 de junio de 2008

DÍA DEL PADRE


Quiero hablarles al corazón: por su intermedio Dios regala vida; y esa vida no se agota en esta tierra. Llega hasta el cielo. Ustedes y sus hijos tienen vida para siempre.

Por Mons. Jorge Lozano - Obispo de Gualeguaychú


Queridos Padres:

Este domingo 15 de junio celebramos el Día del Padre. Hace tiempo estoy convencido de que ser obispo es ser padre. Y parece que muchos de ustedes también, porque muy seguido me llaman “Padre Obispo”. Y como Obispo y Padre quisiera compartir algunos sentimientos y convicciones con todos los papás.

Quisiera tener en mi corazón sus diversas situaciones

A aquellos padres que tienen casa y también a los que aún la sueñan,

a los que trabajan y a los que esperan todavía por un empleo digno,

a los papás sanos y a aquellos que están enfermos,

a los que sonríen con frecuencia y a los que les cuesta un poquito más,

a los que tienen a su compañera de la vida al lado y a los que la han visto partir,

a los que viven con su mujer y a los que están separados,

a los padres del campo y a los de las ciudades,

a los que viven en los barrios más pudientes y a los que duermen en casillas de chapa,

a los papás de hijos adictos al alcohol o las drogas,

a los papás que tienen un hijo muerto y siguen remando la vida con esperanza,

a los que tienen hijos lejanos y hace mucho que no ven,

a los padres que no van nunca a la Iglesia y a los que participan activamente,

a los que tienen una estampita vieja en el DNI o en la billetera,

a los papás jóvenes y a otros que ya son abuelos, viendo la maravilla de la propia simiente dando fruto en otra vida pequeña,

a los que han adoptado la vida ya iniciada para ser papás toda la vida

a aquellos que miran a su alrededor y ven a su familia, fruto del amor,

y tantos más...

A ellos, a todos, quiero hablarles al corazón: por su intermedio Dios regala vida; y esa vida no se agota en esta tierra. Llega hasta el cielo. Ustedes y sus hijos tienen vida para siempre.

En esa vida hay amor. Podemos andar por caminos diversos, unos y otros, pero vamos hacia el mismo gran amor de Dios Padre.

Se es "progenitor" en segundos, pero “ser padre” es cosa de toda la vida. Gracias por "estar" allí. Presentes como padres. Con cantidad y calidad de tiempo. Es el gran reclamo de los niños y adolescentes: que "estemos" para acompañar y que nos encuentren disponibles y dispuestos a escuchar, jugar, alentar, tomar unos mates y conversar. Y también sabiendo compartir los silencios.

Los hijos necesitan del ejercicio de la autoridad para ayudarlos a crecer. Autoridad que pone límites pero no cierra horizontes: los abre. Y todos sabemos que sin límites no hay dirección en el crecimiento. Sin la guía junto al tallo joven no se crece erguido sino torcido, y no hay de dónde aferrarse frente a los vientos, hasta que las raíces sean fuertes para sostenerse por sí mismas. A veces se pasa de ser modelo, a ser cuestionado. Nadie aprende a ser papá de un día para otro, ni tampoco en los libros.

El día del padre es una fecha y una oportunidad para "dejarse querer", dejarse amar. Experimentar lo que está en los sentimientos pero no se expresa cotidianamente por timidez, por respeto humano, o falta de sinceridad simplemente. Es bueno escucharlo o animarse a decir "ya sabés que te quiero". Y a los que se nos pasó la oportunidad porque partieron, hacerlo oración cuantas veces nos lo pidan los recuerdos.

Es un día también para valorar la "gratuidad del amor", el servicio oculto, el amor desinteresado, el compartir familiar y el saber renunciar por amor al otro, sin reclamos.

También tomar conciencia de que somos o debemos ser, padres e hijos de la Patria, que necesita de un amor renovado y expresado: educándonos en el diálogo, la verdad, la sinceridad, la humildad, la solidaridad. Sabemos que hay cosas mucho más importantes que el dinero. Todas estas virtudes y valores los aprendemos y practicamos primero en casa como escuela de vida, Patria e Iglesia domésticas.


Seguramente deben de tener muchas ganas de darle cosas a sus hijos y familias. Y algunos todavía están esperando el momento de poder darles mayor bienestar. Pero estén felices de darles la fe para poder caminar en esta bendita tierra. Bendigan a sus hijos. Enseñenles a rezar y pidan a Dios por ellos.

Quiero que les llegue mi bendición. Rezo a la Virgen María y a San José por sus familias. Confío en que me enseñen todos los días a ser obispo y padre entre ustedes.

¡Feliz día para todos los papás de nuestra Argentina!


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