sábado, 13 de septiembre de 2008

Compartiendo el Evangelio: Exaltación de la Santa Cruz




¡Tanto le costó al Señor salvarnos, que no tenemos derecho a despreciar la Gracia que Dios ha vertido sobre nosotros!

Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia


Domingo 14 de Septiembre de 2008
Solemnidad de la Exaltación de la Santísima Cruz
Evangelio según San Juan 3, 13 – 17


Para recordar:
En este día se realiza la Colecta Nacional Más por Menos. Seamos generosos dentro de nuestras realidades y posibilidades, para poder ayudar a otro pobre que más necesita. Con la oración, con el sustento y con la ayuda material, ayudemos con generosidad a los demás que también son como nosotros o más pobres que nosotros.


Evangelio: La cruz es un signo de victoria, no de derrota.

El misterio de la salvación es el misterio de la cruz, porque por su crucifixión, muerte y resurrección, Cristo nos ha redimido, nos ha salvado, nos ha rescatado del pecado y de la muerte. Por eso, cuando miramos a la cruz la veneramos, o el Viernes Santo la adoramos, porque la salvación nos viene de Cristo en la cruz.

Es algo muy fuerte, porque en la cruz Jesús consumó su entrega, consumó su ofrecimiento para rescatarnos, para purificarnos, para perdonarnos, para hacernos nuevos: de un “miembro muerto”, por así decir, hacernos miembros vivos en la Iglesia.

La salvación viene de arriba, del cielo, porque esa es la realidad de la participación. Dios ha creado al mundo, Dios Padre nos ha creado a nosotros, Cristo nos ha redimido y el Espíritu Santo nos ha santificado. La Santísima Trinidad está presente en cada uno de nosotros, en lo pueblos que peregrinan en este mundo, y la historia se va iluminando para llevarnos al encuentro definitivo con Cristo. Por eso la cruz es un signo de victoria, de salvación y no de derrota.

Decimos que el sufrimiento puede ser lo máximo en una persona. Hay sufrimientos físicos, hay sufrimientos morales, hay sufrimientos intelectuales, hay sufrimientos espirituales y hay sufrimientos que tocan lo profundo del ser humano, es decir el todo. Y Cristo no se quiso privar de este sufrimiento: El se entrega y asume el pecado de los demás. Carga sobre sí el pecado de los hombres, para que ese pecado se convierta en gracia y en amistad divina.

¡No nos acostumbremos a la cruz!

¡No nos acostumbremos a que todo sea tan fácil!

¡Por amor, El nos salvó!

¡Por amor, El se entregó!

¡Por amor, El sufrió por nosotros!

Por eso, suscita en nuestra vida gratitud, suscita agradecimiento, suscita alabanza y a la vez suscita responsabilidad. ¡Tanto le costó al Señor salvarnos, que no tenemos derecho a despreciar la Gracia que Dios ha vertido sobre nosotros!

En el sufrimiento hay dos personas muy unidas: Cristo y la Virgen. Y el demonio se “muerde de rabia” con Cristo y con María, porque en ellos no encuentra materia para tentar y oprimir ni siquiera aún hasta el sufrimiento. Por eso es importante saber que el sufrimiento te quebranta o te hace más flexible. Hay gente que es quebrantada ante la presencia del sufrimiento; pero también hay gente que ante el sufrimiento y el dolor se convierte en fuerza de salvación.

Pidamos a la Santísima Cruz que nos de fuerza para vivir de esta manera, con la victoria, con la esperanza, con el entusiasmo, con la luz que imana la cruz de Cristo, nuestro Redentor. Y que también sepamos ofrecer por los demás y por nosotros mismos.

Que el Señor los bendiga y que la Exaltación de la Santa Cruz los haga vivir como personas colmadas y llenas de esperanza: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Escríbanos a ed.dia7@gmail.com

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