martes, 10 de abril de 2018

GUÍA PARA LOS QUE NO SE CONFIESAN HACE AÑOS


Resucitar a nuestra alma muerta por el pecado grave, es un milagro portentoso pero sencillísimo, que nos llena de una paz inefable. Basta un sincero arrepentimiento y acusarnos de nuestros pecados ante un sacerdote fiel que tenga las ideas claras y no nos diga que ciertos pecados no son pecado.

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