Si alguna vez hubo un momento para que un católico desmoralizado pensara en empacar sus cosas, ir a la iglesia evangélica más cercana y se declarara refugiado de la negligencia católica, la más reciente ronda de escándalos de abuso sexual por parte del clero parecería ser una amplia justificación.
Por John Gehring
No hay comentarios:
Publicar un comentario