Los fieles y buenos católicos quieren que sus obispos sean verdaderos padres espirituales, más en casa que en el confesionario o ante el altar que en la sala de juntas o el salón de banquetes. Quieren que sus sacerdotes sean valientes en la proclamación de la enseñanza completa de la Iglesia y fieles en sus votos y promesas personales.
Por el p. Benedict Kiely
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