Todos los habitantes de Nantes conservan la memoria de las cuatro jóvenes hermanas, las señoritas Mello de Métairie; privadas de su padre y su madre, vivían en el lugar donde habían nacido. No sabían que socorrer a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los afligidos, era ser sospechosas. Sin experiencia, hicieron el bien; además, fueron denunciadas, obligadas a huir y a esconderse.
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