El papa, en su conversación con los jesuitas en Mozambique, dejó varias “perlas”: Recomendó el artículo de Spadaro sobre «el ecumenismo del odio», recordó su desprecio por una mujer que se sentía feliz de haber ayudado a acercarse a Cristo a un hindú y una anglicana, también se burló recordando a una señora que le pidió que le bendijera un rosario tras la Misa y por supuesto, su eterna obsesión: los muros.
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