Todos los acontecimientos dependen de la Divina Providencia. Los descubrimientos también obedecen a esta regla: son providenciales porque ilustran la fe y ayudan a los no creyentes a tener fe en la Biblia y en la Iglesia. Sin embargo, es evidente que Dios desea que algunos de estos descubrimientos alienten a sus fieles servidores y confundan a sus enemigos: este es el caso del papiro P52.
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