La conducta de Bergoglio merece varios calificativos: sea demagogo o charlatán irresponsable, al borde del desquicio. Pero hay un rasgo de su personalidad egocéntrica y taimada que lo pinta de cuerpo entero y es la máscara de falsa humildad, con la cual pretende ocultar su hipocresía y su cinismo.
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