A pesar de las prohibiciones, docenas de inmigrantes se reúnen todos los días en la iglesia de San Martino ai Monti, en el centro de la capital, para darse una ducha o cargar su teléfono móvil. Y el exterior de la basílica se ha convertido en una zona libre.
Por Elena Barlozzari y Alessandra Benignetti
Ver nota completa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario