Al comienzo del cónclave de 2005, el Papa Benedicto XVI predicó una homilía ahora famosa condenando lo que llamó la “dictadura del relativismo”. El recién electo pontífice advirtió: “Estamos construyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y cuyo fin último consiste únicamente en el propio ego y los deseos”.
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