domingo, 29 de marzo de 2009

“Ha llegado la hora en que sea glorificado el Hijo del Hombre” (Jn.12,23)


Jesús manifiesta la grandeza sublime del amor del Padre hacia el hombre y revela también que para ser salvados por aquel que consumó el holocausto de la obediencia en la muerte de cruz, es necesario que el hombre obedezca también, negándose a sí mismo.
V Domingo de Cuaresma (b)


Por Mons. Marcelo Martorell

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