Parte de la responsabilidad de la crisis que asola a la Iglesia y, especialmente, a la jerarquía ―quien no quiera verla, vive en otro mundo―, puede ser achacada al silencio de los ‘buenos’; de aquellos que, siendo ortodoxos, fieles adheridos al Magisterio y la Tradición de la Iglesia, callan y no actúan por una falsa, a mi entender, comprensión de la obediencia y la fidelidad.
Por Fernando Beltran
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