Es tanta la ternura del Salvador que lejos de recriminar a Tomás por su incredulidad, le mira con amor y se somete a las pruebas que el Apóstol exige … Pero Tomás se quiebra en un gran acto de fe!! ¡Señor mío y Dios mío!
II domingo de Pascua
Por Mons. Marcelo Martorell
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