Hay un concepto equivocado de igualdad que debilita y quita responsabilidad al ejercicio de las funciones que cada uno debe asumir. Es más, toda función de sana autoridad, sea de padre, maestro, o en este caso de pastor es un servicio que implica y compromete a la persona, porque en ello está su verdad y misión.
Por Mons. José María Arancedo
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