Así como hace el papá o la mamá, que no tiene ganas, que está cansado o cansada, pero tiene que hacerlo porque el hijo se lo pide o se lo reclama, así también el sacerdote, porque la gente reclama, sigue reclamando, sigue pidiendo, y uno tiene que seguir dando ¡es el motivo de nuestra vida! Uno tiene que seguir dando, seguir entregando, ¡seguir sacrificándose!
Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia
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