Un tipo entrañable. Estoy seguro que ese es el criterio unificador de todos los que usamos la confitería del a appart – hotel porteño de Suipacha entre Arenales y Juncal como primera o segunda oficina. Allí vivía Facundo Cabral desde años y hasta ahora, solo pero acompañado por sus guitarras, sus libros, sus papeles y su grabador.
Por León Guinsburg
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EL OLVIDO DEL APOCALIPSIS
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I
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