Imagínate en tu lecho de muerte. Tus fuerzas te están fallando; has comido lo que probablemente fue tu última comida. Estás en una agonía intensa, ya que el sufrimiento corporal que estás atravesando es superado solo por la angustia de tu alma porque necesitas confesarte y ahora dependes por completo de que un sacerdote venga a ti.
Ver nota completa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario