Cuando se enfrentan a eslóganes cristianos como "Jesús murió para salvarte de tus pecados" o lugares comunes litúrgicos como "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo", los veinteañeros del siglo XXI sin prácticamente ninguna comprensión del cristianismo, bien podrían preguntar: “¿Qué tiene que ver conmigo la ejecución de un insurgente hace dos mil años?...
Por el padre Dwight Longenecker
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