Una persona que ha pedido cambiar su condición sexual se ha colocado claramente en oposición a la voluntad de Dios. El caso surgido en la arquidiócesis de Turín no es el primero y desgraciadamente no será el último. La posición de la Curia local es, al menos, incompleta y no exenta de hipocresía.
Por Luisella Scrosati
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