
Don Minutella (como se lo conoce mundialmente) osó enfrentar al monstruo que habita en el Vaticano. Se atrevió a predicar ante sus feligreses las herejías y blasfemias que son moneda corriente en este papado. Fundamentó su postura con una valentía poco común en el clero y por esos motivos fue defenestrado desde el centro mismo del Vaticano.
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