Estamos frente a un discurso hegemónico, políticamente correcto, que se siente dueño de la verdad y en algunos casos arrogante. Pero la realidad no tiene nada de hegemónica (de hecho, millones de argentinos se movilizan en todo el país por la defensa de las dos vidas), es compleja, y nos obliga a sacar lo mejor de nosotros, respetando al que piensa diferente.
Por Luis Contigiani
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