Lo que los reformadores no pudieron apreciar es que la Persona de Jesucristo, el Sacerdote, fue la raíz de la cual creció la venerable tradición de las Órdenes, y que cada grado sucesivo de Órdenes trajo al candidato al sacerdocio más conforme a su modelo Divino, menos indigno de ejercer Su sacerdocio.
Por la Dra. Carol Byrne (Gran Bretaña)
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