Los jesuitas cuentan con un astuto camuflaje, declaran su inocencia y se mofan de las "intrigas siniestras" que, según ellos, les atribuye sin fundamento la imaginación transtornada de sus enemigos. Sin embargo, tuvo más validez la hostilidad unánime de la opinión pública hacia ellos, en todas partes y en todas las épocas, y la inevitable reacción a sus intrigas que provocaron su expulsión de todos los países, incluso de los más fuertemente católicos.
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