Cuando
yo era chico, el hombre y la mujer que deseaban entablar una relación
medianamente duradera, tenían a su alcance tres instituciones: el noviazgo, el
matrimonio y el concubinato.
Eso
era todo lo que el mercado amoroso le ofrecía.
Por
Salvador Casadevall
No hay comentarios:
Publicar un comentario